en un abrazo blanco como el
pan.
Quiero besar tu frente
con una justicia sin
palabras,
dormirte en mi regazo
bajo un cuajo de estrellas,
para escuchar sin luna
y sin culpa
los latidos de tu tambor.
Pero a tu corazón
sólo le queda fuerza
para enseñar las costillas
cansadas
de que tanta serpiente
se les enrosque al tuétano,
de que tanta mosca
antipersona
quiera habitar tu boca.
Sólo ojos,
sólo dos grandes ojos
le quedan a África.
Para mirar nuestra vergüenza.